Muchas veces los usamos como sinónimos, pero debemos conocer la diferencia entre un préstamo y el crédito como tal y cuáles son las condiciones de cada uno.
Para empezar, el crédito es más fácil de conseguir y se trata de cantidades por lo general menores. El crédito es un margen de dinero que la entidad bancaria pone a disposición de su cliente para que lo utilice en caso de que sea necesario y no se lo entrega de una sola vez. Es el método que se usa con las tarjetas de crédito: tenemos un límite disponible y sólo devolvemos lo que utilicemos y los intereses correspondientes a dicha cantidaden la forma de pago que hayamos acordado. Por ejemplo, si tenemos una tarjeta o cuenta con un crédito de hasta 3.000 euros y realizamos un pago de 500, tendremos que devolver este dinero y los intereses irán aplicados a la cantidad que hayamos dispuesto. Suele estar asociado a una cuenta corriente de la cual el banco realiza los cobros del dinero del crédito que hemos utilizado más los intereses correspondientes.
A la hora de devolver este dinero por lo general los bancos establecen unos intereses fijos que también pueden variar en función de las cuotas o el plazo de devolución. Se puede devolver todo de una vez a mes vencido o en cuotas fijas, lo que también suele aumentar el interés que se paga. Una vez devuelto se puede volver a disponer del dinero, sin pasarnos del límite. Es una manera cómoda de disponer de dinero para pequeños gastos que necesitemos realizar o que prefiramos pagar poco a poco, pero es necesario conocer los intereses que nos cobra el banco, ya que suele resultar mucho más caro pagar un crédito a plazos que acudir a la financiación.
La financiación o préstamo funciona de otra forma. En este caso, la entidad financiera, banco, o prestamista entrega una cantidad completa al cliente para que la utilice como desee, y deberá devolverla en los plazos que se haya acordado pagando los intereses que se haya dispuesto por el total de la cantidad. Las cuotas suelen ser regulares: mensuales, trimestrales… y una vez devuelta la cantidad y pagados los intereses termina la relación entre el prestamista y el cliente. En este caso los intereses que se cobran se aplican al total de la cantidad entregada, por lo tanto son pactados desde un principio. Las cuotas a la hora de devolver también pueden variar, según se establezca en el contrato. Es habitual que el importe de las mismas vaya de menos a más a medida que pasa el tiempo, de manera que empezamos pagando cuotas más pequeñas que poco a poco aumentan hasta llegar a una cuota fija hasta el final de la devolución.
En el caso de los préstamos también se puede realizar una cancelación por adelantado, es decir, abonar una cantidad mayor que la cuota habitual para reducir la deuda pendiente y el plazo de devolución. Normalmente estas cancelaciones conllevan un pago extra, una cuota de cancelación, que debemos conocer para saber si es rentable o no adelantar parte del dinero a devolver. Los préstamos suelen llevar intereses menores que los créditos y también se suelen hacer para cantidades mayores de 3.000 euros, aunque existen micropréstamos o microcréditos que tienen condiciones similares a las del préstamo pero por cantidades inferiores.
Por lo general, los préstamos suelen concederse para la compra de un bien o servicios determinado (coche, electrodomésticos, viajes, estudios…) mientras que el crédito suele ser más utilizado para necesidades de dinero puntuales, para cubrir alguna pequeña deuda o para gastos de emergencia.